– La incautación de un fusil AK-47 bañado en oro y con incrustaciones de piedras preciosas, refleja la presencia de carteles mexicanos de la droga en el país.
– Honduras figura entre las naciones latinoamericanas donde los más poderosos carteles de la droga y el crimen organizado reafirman sus redes.
– Ante el aumento de los crímenes que ha convertido a Honduras en el país más violento del planeta se ha reavivado el debate para reformar la ley y tener más control sobre las armas.
Repetidas incautaciones de arsenales
Las constantes confiscaciones de verdaderos arsenales se han vuelto comunes en el país centroamericano, el más reciente ocurrió la noche del viernes en una hacienda abandonada del municipio de Choloma, ubicada entre las ciudades de San Pedro Sula y Puerto Cortés, en el norte de Honduras.
En la acción realizada por las autoridades policiales, se decomisaron 32 pistolas, una escopeta, fusiles AR-15, lanzagranadas, granadas, siete chalecos antibalas usados por militares estadounidenses y más de 500 proyectiles de distintos calibres.
De acuerdo con una investigación preliminar, las armas «estaban siendo almacenadas para transportarlas a otros países», según el jefe de la Policía en San Pedro Sula, Leonel Sauceda.
Asimismo, el 4 de enero pasado, a raíz de la muerte de cuatro pandilleros de la mara 18 que se enfrentaron a balazos con efectivos de la Policía Nacional, la tarde del miércoles anterior en una gasolinera del bulevar del este de San Pedro Sula, autoridades policiales continuaron realizando inspecciones en una vivienda de lujo de la residencial Los Molinos Número II, donde detuvieron a cinco integrantes de ese grupo delictivo que tenía en poder un arsenal.
Al cabo de varios minutos, debido a la intervención del obispo auxiliar de la diócesis de San Pedro Sula monseñor Rómulo Emiliani, los pandilleros se entregaron a la Policía.
Tras un minucioso registro en la casa, se encontró un poderoso arsenal, conformado por granadas y fusiles, entre estos dos R-15, uno de ellos con lanzagranadas y AK-47, pistolas de nueve y 45 milímetros y munición de diferente calibre, cargadores y dos camionetas.
También se hallaron chapas, uniformes, chalecos antibalas y fluorescentes de la Policía Nacional, así como unos 30 pares de botas.
El 24 de octubre del año recién pasado, armamento de guerra fue encontrado en un contenedor de encomiendas en las instalaciones de la Empresa Nacional Portuaria (ENP) en Puerto Cortés y que venía con procedencia de Estados Unidos.
Entre las armas decomisadas figuraban un fusil marca Kel-Tec RFB calibre 5.56 con dos cargadores vacíos, un rifle marca Sturm Ruger calibre 22 con mira telescópica, un fusil M16 con su respectivo cargador de caracol de 100 proyectiles.
Además, se incautó una maleta que contenía una pistola nueve milímetros de fabricación austriaca con dos cargadores, una pistola Herstal calibre 5.7, también conocida como “mata policías” por su poder destructivo capaz de atravesar chalecos antibalas.
Junto con el arma letal se encontraron dos cargadores de fabricación belga. También se hallaron 10 cargadores de diferentes calibres, mil 500 proyectiles calibre 7.62, 50 proyectiles para pistola 44 Mágnum, proyectiles de 5.7, 553 balas para calibre 22 y 70, y proyectiles para fusil 2.23, que sumaban más de dos mil 600.
Presencia en Honduras de poderosos carteles
Los constantes y ya comunes decomisos de arsenales en Honduras, según los expertos, apuntan hacia una intensa presencia de los carteles internacionales de la droga en Honduras.
De hecho, Honduras figura entre las naciones latinoamericanas donde los más poderosos carteles de la droga y el crimen organizado reafirman sus redes.
Una radiografía del narcotráfico en el continente retrata los mapas de operación y asentamiento de potentes redes de la droga y otros delitos transnacionales. El mapa fue presentado en un informe de la Procuraduría General de la República (PGR) de México.
La presencia de Los Zetas en Honduras forma parte de la red que opera en este país centroamericano.
Igualmente, el informe da cuenta que el cartel del Pacífico, que según los informes de autoridades mexicanas, tiene la hegemonía en la región y expande su presencia en 13 naciones del continente, entre las que por supuesto, figura Honduras.
Otros grupos organizados como el cartel de Juárez están en territorio estadounidense, pero mantiene sus alianzas en Colombia, además de Honduras, Costa Rica, Panamá y ha llegado hasta Argentina.
Mientras la organización de los hermanos Beltrán Leiva, un grupo disidente del cartel de Sinaloa que lidera El Chapo Guzmán, mantiene su propio esquema en Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá y Colombia, refiere el informe que fue divulgado por el importante periódico mexicano El Universal.
Relación con Museo de la Droga
No cabe duda, que la incautación de los arsenales, ahora donde figuran fusiles de lujo, vincula al país con las tradiciones y costumbres que utilizan los carteles internacionales de la droga y que se manifiestan en el “Museo de la Droga”, ubicado en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en la capital azteca.
Y como si tratara del viaje al infierno, al purgatorio y al paraíso de la «Divina comedia», un poema épico escrito por Dante Alighieri de Dalton. La visita a ese museo evoca el mundo de la muerte, los santos, la ostentación y el peligro al que se enfrentan los militares mexicanos en el combate al narcotráfico, algo que en menor escala se ve reflejado en Honduras.
El museo, más que una apología del narco, intenta mostrar lo que hace México para combatir las diversas modalidades de producción, transportación y consumo de la droga.
El capitán primero de Infantería, Víctor Manuel Jiménez Azcona, encargado del museo, dice que en el recinto, abierto en 1985, se refuerza didácticamente lo que aprenden los militares en el aula.
Al museo no puede entrar cualquiera. Sólo se permiten en visitas concertadas a los estudiantes de la Escuela Militar, a enviados militares extranjeros y a estudiantes de nivel superior de la rama del derecho y psicología.
El recorrido por el oscuro mundo de los enervantes lleva al visitante del período prehispánico a la subcultura contemporánea del narcotráfico: la moda en el vestir, las joyas, las armas y los santos que protegen a esos delincuentes.
En el museo hay armas lujosas, con incrustaciones de metales preciosos, pura ostentación: oro de 24 quilates, esmeraldas, brillantes, rubíes, algo que empieza a verse en Honduras.
En esta categoría destacan los revólveres de capos mexicanos como Amado Carrillo Fuentes, «El Señor de los Cielos», fallecido en 1997; Joaquín Guzmán Loera, jefe del cártel de Sinaloa, y Héctor «El Güero» Palma, jefe del cártel de Guadalajara.
También se exhibe armamento de alto calibre como los AK-47, conocido como «Cuernos de Chivo», que utilizan para su seguridad y para combatir al Ejército las milicias al servicio del narco.
Otras armas aseguradas son ametralladoras M-60, lanzadoras de cohetes, que regularmente son usadas por los sicarios cuando van a atentar contra alguna persona. Los traficantes menores fabrican ellos mismos su armamento con tubos galvanizados.
Se debe reformar la ley y ejercer más controles sobre las armas
Ante los constantes arsenales que se decomisan en Honduras, lo que hace presumir que el país se ha convertido en una gigante bodega de armas, se ha abierto el debate para tratar de reformar la Ley de Portación de Armas, que permite que una persona tenga derecho a poseer hasta cinco artefactos, por lo que en una sola vivienda habitada por cinco personas, pueden haber hasta 25 armas.
Uno de los que ha propuesto reformar la ley, es el propio jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, general René Osorio Canales, quien argumentó que debería impedirse que una sola persona pueda portar legalmente cinco armas.
En ese sentido, su propuesta es que la portación se reduzca a dos armas.
Osorio dijo que el desarme, en caso de darse, debe ser sectorial, es decir, iniciar en los sectores del país donde hay más índices de violencia.
La Ley de Portación de Armas, que fue aprobada hace unos 10 años, es tan generosa que permite a una persona tener, de forma legal, hasta cinco armas. Eso significa que si cinco personas se transportan en un vehículo, pueden portar sin inconvenientes 25 armas en suma.
Los análisis del Observatorio de la Violencia indican que en el país, la mayoría de homicidios se perpetran con arma de fuego. Honduras culminó 2011 con una tasa de homicidios de 86.5 por 100 mil habitantes, la más elevada del mundo y por los vientos que soplan, en 2012, la cifra será igual o superior, pues para el año recién pasado, se contemplaba una reducción, sin embargo, la meta parece no haberse alcanzado.
Debido a que le ley permite que una sola persona registre hasta cinco armas, en Honduras la población mayor de edad tendría vía libre para mantener bajo su posesión unos 20 millones de artefactos de ese tipo.
El incremento en el número de masacres y otras expresiones de violencia criminal es alarmante. Es más que revelador que el 80% de los homicidios sean consumados mediante armas de fuego, lo que plantea la revisión inmediata de una política de desarme.
Paradójicamente, la cuestión no ha sido objeto de un debate directo ni definitivo. Siempre se ha dejado inconcluso y todos los esfuerzos por establecer un régimen de control de armas han fracasado.
Su debate se ha empantanado en dos extremos: El poder armamentista de los criminales y el riesgo de dejar en total indefensión a la población si son restringidas las condiciones de portación de artefactos de fuego.
La liberalidad que permite la normativa que rige la tenencia y uso de armas, es un asunto considerado como la piedra angular de cualquier análisis que sea promovido alrededor de la violencia.
No obstante, son mayoritarios los sectores que se pronuncian y demandan que se ponga coto a la indiscriminada circulación de armas de diverso calibre en los cuatro puntos cardinales del país.
El integrante hondureño de la Comisión de Reforma de la Seguridad Pública, Matías Fúnez, es del criterio que “hay que desarmar al delincuente, al individuo que anda transgrediendo la ley”.
Arguye que la descontrolada tenencia de armas no solamente es un problema de Estado, sino que atañe a la sociedad civil, a la Iglesia, a la empresa privada y a la comunidad internacional.
El talón de Aquiles
Estudios realizados por el Comisionado Nacional de los Derechos, estiman que en los últimos seis años unas 26 mil personas cayeron ultimadas a balas, lo que deja en claro que las armas de fuego son “instrumentos de la muerte que tiñen de rojo el territorio nacional”.
Sin embargo, el talón de Aquiles, es cómo crear los mecanismos que permitan controlar eficazmente la cantidad de armas activadas, con vistas a reducir el número de homicidios que se cometen con toda impunidad.
Empero, la cuestión no es tan sencilla como lo pone de manifiesto la disposición aprobada en el sentido de prohibir la portación de cualquier arma de fuego en el departamento de Colón. Está vigente desde agosto, pero que no ha sido suficiente para detener el derrame de sangre en el sector.
Porque mientras la revisión no sea integral, el Estado seguirá enfrentado desde una óptica demasiado corta la desbocada portación de armas en relación con la violencia criminal y la consecuente cosecha de impunidad.







