Tegucigalpa.- Recientemente las autoridades mexicanas informaron que en la guerra contra las drogas, México cuenta ahora con solo dos carteles, uno de ellos es el de Sinaloa, que lideraba Joaquín Loera Guzmán, conocido como «El Chapo» Guzmán, un cartel cuyos tentáculos transnacionales le han permitido tener vida propia, más allá de la captura de su principal líder.
El otro es el Cartel Jalisco Nueva Generación, más reciente y altamente violento, pero es Sinaloa quien marca la ruta en la nación azteca y también en Centroamérica.
En la región centroamericana los tentáculos de Sinaloa abarcaron países como Guatemala, Honduras, El Salvador, así como contactos e influencias en naciones como Costa Rica, Nicaragua y Panamá, según investigaciones de las agencias especializadas en delito y crimen organizado de las Naciones Unidas y Washington.
De acuerdo al periodista mexicano, Luís Miguel González, autor del libro “El Chapo Guzmán, el CEO de una corporación global”, el Cartel de Sinaloa es líder mundial porque “logró la primera integración vertical de los negocios de tráfico de drogas a través de una red continental que abarca Norte, Centro y Sudamérica”.Otra ventaja competitiva de esta red criminal, asegura, es su diversificación. Su portafolio de productos incluye marihuana, anfetaminas, heroína y otras drogas sintéticas.
De esta suerte, el Cartel de Sinaloa es considerado como una Organización Transnacional del Crimen Organizado con conexiones regionales y transnacionales que cruza incluso un par de continentes.
Cuando se capturó al Chapo Guzmán, en febrero de 2014, la apuesta en algunos sectores oficiales mexicanos era que el imperio había caído y se desmoronaría rápidamente, pero no ha sido tan cierto. La jerarquía en el Cartel es liderada ahora por Ismael, “El Mayo” Zambada, pero el Chapo Guzmán sigue desde la cárcel, manejando algunas relaciones y hoy se investiga hasta políticos y senadores que han llegado a visitarle al penal con papeles falsificados.
Los nexos hondureños
En el caso de Centroamérica, tras la captura del Chapo Guzmán, los carteles locales que operaban en el istmo sufrieron un remezón, algunos de sus cabecillas han sido capturados y extraditados, como en el caso hondureño del llamado cartel de los Valle Valle, cuyos vínculos con este grupo delictivo eran muy fuertes según las autoridades hondureñas.Digna Valle Valle, una de sus hermanas y capturada en Estados Unidos, se consideraba como una de las principales administradoras del Cartel de Sinaloa para la región centroamericana y de acuerdo a los registros del departamento antidrogas de Estados Unidos, la DEA, las visitas del Chapo Guzmán a Honduras eran constantes, en especial porque consideraba al país como un buen “sitio de descanso”.
Versiones extraoficiales y en proceso de investigación por parte de los cuerpos antidrogas de Honduras y Estados Unidos, buscan corroborar hasta dónde es cierto que El Chapo Guzmán, tenía propiedades en Santa Bárbara, Cortés y Copán, fronterizos con Guatemala, otro de los países donde “descansaba” u operaba cuando era asediado por las autoridades mexicanas.
En Honduras, incluso, informes recientes no corroborados aseveran que un avión que fue dejado en un hangar del aeropuerto de Toncontín en el 2006, se presume era un regalo del Chapo Guzmán a un alto funcionario del gobierno del entonces ex presidente, Manuel Zelaya, pero éste ha negado cualquier vinculación al respecto.
Las otras conexiones Tomado de: elperiodico.com.gtEn Guatemala, las conexiones del cartel de Sinaloa eran con grupos locales de tipo familiar como Los Mendoza, Los Lorenzana y Los Chamales, algunos de cuyos principales integrantes y cabecillas ya han sido extraditados por el gobierno del presidente Otto Pérez a Estados Unidos.En tanto, en El Salvador, las alianzas del cartel de Sinaloa ha sido con el grupo denominado “Los Perrones”, uno de cuyos integrantes estuvo radicado en Honduras y fue asesinado hace más de un año en una terminal de buses en la ciudad de Comayagüela. Mientras que en Nicaragua, las autoridades desarticularon en el 2007 una base de operaciones de este cartel mexicano de llamado grupo “Los Guachinangos” y en Costa Rica, informes de la fiscalía indicaron que el cartel de Sinaloa estaba usando el país como una “bodega de almacenaje” de estupefacientes. Incluso uno de sus líderes locales, Alejandro Jiménez, alias “El Palidejo”, fue sindicado como uno de los autores de la muerte del cantautor argentino Facundo Cabral ocurrido en Guatemala, a quien habría confundido con el empresario nicaragüense, Henry Fariñas. “El Palidejo” era considerado el líder del cartel de Sinaloa en Costa Rica y fungía como enlace de este cartel con otro colombiano denominado “Los hermanos Comba”. Los estudiosos de los movimientos de El Chapo Guzmán, aseguran que él se encargaba personalmente de alimentar las relaciones con los carteles centroamericanos, y si bien muchas de sus estructuras en el istmo han comenzado a ser desarticuladas, ello no representa la desaparición de la presencia de esta organización criminal transnacional que logró tener vida propia, más allá de la caída de su principal líder.El cartel de Sinaloa, se asegura, compra un kilo de cocaína en Colombia y Perú, por un aproximado de dos mil dólares, pero en México ese mismo kilogramo bien anda por los 10 mil dólares y al cruzar la frontera la cifra es de 30 mil dólares, al mayoreo, sostiene en su libro el periodista mexicano González. La astucia de este cartel y del Chapo Guzmán de colocarlo en un mundo global de negocios ilícitos, le ha permitido tener vida propia y ser, de esa vieja generación de carteles mexicanos de la droga, el único sobreviviente a la guerra contra las drogas entablada en México por los gobiernos del ex presidente Felipe Calderón y del actual, Enrique Peña Nieto. Los expertos dicen que este cartel ha logrado, a lo interno, una institucionalización y profesionalismo que lo hace mantenerse como una importante red criminal global con una capacidad de transformarse y buscar nuevos socios en las zonas de interés que vuelven más difícil la posibilidad de sucumbir. El cartel de Sinaloa, con rostro o sin rostros visibles en sus liderazgos, seguirá viendo a Centroamérica como un socio estratégico para su expansión, en espera, según los expertos, de los reacomodos de los carteles locales centroamericanos, ante los golpes asestados por los gobiernos del llamado triángulo norte—Guatemala, El Salvador y Honduras—en la lucha que lideran contra el crimen organizado.
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Los estudiosos de los movimientos de El Chapo Guzmán, aseguran que él se encargaba personalmente de alimentar las relaciones con los carteles centroamericanos, y si bien muchas de sus estructuras en el istmo han comenzado a ser desarticuladas, ello no representa la desaparición de la presencia de esta organización criminal transnacional que logró tener vida propia, más allá de la caída de su principal líder.



