Los peregrinos, que ayer se congregaron en el valle de Mina, a 8 kilómetros de La Meca, para rezar y meditar, dirigieron hoy sus pasos con la salida del sol hacia este monte, donde hace 14 siglos el profeta Mahoma pronunció su último sermón.
La jornada de hoy se celebró sin que se registraran incidentes «destacables», tanto en relación con la seguridad como con el tráfico, según declaró a la agencia saudí SPA el emir de La Meca, Jaled al Faisal.
Al Faisal anunció el éxito de la operación de seguridad de ascenso al monte y explicó que la marcha de los peregrinos, que avanzan en riadas de decenas de miles de personas, transcurre de manera ordenada y con toda normalidad.
Para los musulmanes, que cumplen los ritos de la peregrinación vestidos con dos piezas de tela blanca sin costuras conocida como «irham», la jornada de hoy es la más importante, ya que expían sus pecados y supone un símbolo del día del Juicio Final.
Al igual que ayer, los fieles repiten con frecuencia en su peregrinaje la invocación «Labaik Allahuma Labaik» (Aquí estoy, Señor, aquí estoy).
Extendidos por los 18 kilómetros cuadrados de superficie que ocupan el monte y la llanura de Arafat, los fieles participaron juntos en la oración del mediodía dirigiendo sus rezos hacia la «Kaaba», un edificio en forma de cubo que, para los musulmanes, marca el centro del mundo.
Coincidiendo con la segunda jornada del «Hach», las autoridades saudíes, como ya es tradición, colocaron una nueva tela negra con bordados de hilo de oro recubriendo la «Kaaba».
Esta tela, denominada «Kisua», tiene la función de preservar la santidad de este pequeño edificio, en cuya pared oriental se encuentra incrustada la conocida como «piedra negra», considerada por la tradición como un trozo del paraíso y que todos los fieles tocan y besan con veneración.
Una vez que se ponga el sol y después de haber permanecido toda la jornada en pie, los peregrinos se desplazarán a la localidad vecina de Muzdalifa, donde pasarán la noche.
Aquí recogerán varios guijarros para lapidar mañana tres columnas, que se encuentran en el valle de Mina y que simbolizan las tentaciones del diablo.
Después, cumplirán con el ritual del sacrificio o «Al Adha», al igual que millones de musulmanes en todo el mundo, y degollarán una pieza de ganado para conmemorar el momento en el que el profeta Abraham degolló un carnero, en lugar de matar a su hijo.